Después de años viviendo con los hombres blancos, él decidió que, a partir de aquella fecha, caminaría sin ropa por las calles de la ciudad. En el primer intento, fue trasladado a un sanatorio. Durante los dos meses después de haber sido admitido, las constantes descargas eléctricas y el exceso de medicamentos fueron minando su salud; y, gradualmente, dejó de comer, moverse y hablar. Como su estado era cada vez más grave, los familiares le llevaron para que pudiese morir en casa.
En la hora final, sin embargo, recuperó la capacidad de hablar, y, cuando el médico se acercó, tuvo tiempo de susurrarle las siguientes palabras:
? Desnudame.