Tuvo que ladrar como un perro para conseguir que le escucharan, entre tanta sequía humanitaria. Ni por conjuro, ni por clemencia, obtuvo un puesto. Caminó entre fracasos constantes absorto en un melancólico dolor. Frente a él un puente, tras él, una misteriosa mano que le hizo retroceder.
(Ganador del II Concurso de Microrrelatos 2014, convocado y promovido por la librería QPROQUO de Málaga.)